Desmontando mitos: La verdad detrás de las ilusiones colectivas.

La trampa entre el pensamiento colectivo y el individual. Autor: Pedro Trillo. Herramienta: Dall-e 3

¿Qué levante la mano quien no tenga un sesgo? Nadie, ¿verdad? Todos, de algún modo u otro, tenemos sesgos: vivimos en sociedad, consumimos información, nos desarrollamos y crecemos dentro de un contexto cultural, y lo cierto es que nuestra mente está más entrelazada con la sociedad de lo que imaginamos o nos atrevemos a reconocer.

La mayoría de nosotros optaría por alinearnos completamente con las normas sociales de nuestros grupos respectivos en lugar de ser fieles a nuestra verdadera esencia. Como animales sociales, nuestro deseo de encajar en el grupo supera al hecho de transcender individualmente a lo largo del camino.

Todd Rose, reputado psicólogo y neurocientífico, ha dedicado media vida al estudio riguroso y documentado sobre la trampa que se produce entre el pensamiento colectivo y el individual, bautizando el término como “Ilusiones Colectivas”; situaciones donde la mayoría adopta una opinión que no comparte, creyendo erróneamente que es la opinión mayoritaria. 

Rose nos revela cómo las condiciones culturales y tecnológicas de hoy en día no solo dan vida a estas ilusiones, sino que también influyen en nuestras expectativas personales y en el tejido mismo de las instituciones sociales.

En este vertiginoso mundo de información y opiniones instantáneas, es como si todos estuviéramos atrapados en un torbellino de “ilusiones colectivas”. Estas creencias, a menudo erróneas, se propagan sin cuestionamiento, como si fueran la voz unánime de la sociedad.

Entre las narrativas oficiales, impulsadas por modelos de negocio basados en pago por publicidad, y los oscuros rincones de las teorías conspirativas que surgieron con la pandemia, existe un punto de equilibrio donde la verdad se esconde. Como buen explorador, mi compromiso personal es siempre buscarla.

¿Qué es lo que está en juego? Si nos basamos en falsas suposiciones, puede afectar a tu felicidad como individuo. A nivel de sociedad se crea desconfianza y polarización entre nosotros, y sobre todo te afectará en la toma de decisiones, desde las más nimias en tu día a día, hasta las más existenciales de tu vida.

¿Qué hay detrás de estas ilusiones? ¿Cómo afectan nuestras decisiones y percepciones? En este artículo, cito y resumo el trabajo de Todd Rose refiriéndose a los 8 grandes mitos sociales o ilusiones colectivas, a través de métodos de opinión privada. Los trabajos documentados exhaustivamente por este psicólogo se refieren a la sociedad americana, y aunque nosotros los españoles somos muy diferentes, con algunos matices, los grandes mitos siguen siendo los mismos en un mundo globalizado.

Mito 1: No se puede confiar en los demás.

El psicólogo Todd Rose desafía el mito de que las personas no son confiables, citando un estudio alemán que encontró que la mayoría de las personas actúan con honestidad. Este hallazgo sugiere que las instituciones deberían confiar más en las personas, lo que podría llevar a una mayor eficiencia y colaboración en la sociedad. Al reconocer la confiabilidad inherente de las personas, se pueden fortalecer las relaciones interpersonales y fomentar que el entorno sea más cooperativo, ya que la confianza mutua es esencial para el funcionamiento saludable de cualquier sociedad.

Cuando las instituciones confían en las personas y viceversa, se crea un círculo virtuoso que promueve la cooperación, la creatividad y el progreso. Además, al reconocer que la mayoría de las personas son dignas de confianza, podemos superar los prejuicios y estereotipos que a menudo nos impiden ver la realidad con claridad. En última instancia, la confianza es un recurso valioso que debemos cultivar y proteger para construir una sociedad más sólida y justa.

Mito 2: La riqueza y el poder son las claves del éxito.

Creemos que la mayoría valora la riqueza y el estatus como la mayor prioridad, pero los datos de los estudios dicen lo contrario. La realización personal es mucho más importante, mayoritariamente según las respuestas en las encuestas privadas y anónimas que Todd Rose realizó a miles de individuales que valoran mucho más realizarse como persona que la generación de riqueza, y la carrera por el estatus social.

Los adolescentes persiguen la fama debido a esta ilusión colectiva o creencia generalizada, influenciada de algún modo por el efecto de las redes sociales, aunque no sea lo que realmente valoran a nivel interno. Muchos aspiran a ser estrellas de cine, futbolistas, influencers o gamers, creyendo que eso los hará exitosos, pero en última instancia, la satisfacción personal y el propósito son más valiosos que la fama o el dinero.

De modo que reconocer que el éxito es subjetivo y enfocarse en metas personales significativas puede ser una buena receta. En mi experiencia personal, ya lo conté en un artículo, para mí todo cambió el día que entendí que el éxito no venía por un reconocimiento desde afuera, si no que procedía desde adentro, partía del individuo.

Mito 3: Las redes sociales reflejan lo que piensa la sociedad.

Existe la creencia errónea de que la mayoría comparte opiniones que no compartimos. Esto afecta nuestras expectativas personales y a nuestras decisiones, por ejemplo, las redes sociales pueden amplificar las voces de una minoría, creando una falsa percepción de consenso. Las ilusiones colectivas se forman cuando la minoría vocal es percibida como la mayoría.

Cuando un pequeño grupo de activistas o un influencer lanza una campaña, puede parecer que todos están de acuerdo con su causa, aunque en realidad, la mayoría de las personas no se han pronunciado al respecto. El hecho de que se produzca un viral en redes sociales, apoyado por muchos likes y una difusión espectacular, no quiere decir que lo que ahí se explique sea cierto o esté apoyado por la mayoría.

Según el psicólogo, la manera de escapar de esta trampa es fomentar conversaciones fuera del mundo online para comprender las verdaderas opiniones de los individuos y evitar seguir ilusiones ficticias que se propagan en redes sociales.

Mito 4: El consenso grupal está comprobado y es un hecho.

El mito del consenso grupal sostiene que cuando un grupo llega a un acuerdo, ese acuerdo es necesariamente válido y correcto. Sin embargo, la historia nos demuestra que esto no siempre es cierto. Los grupos, incluso aquellos compuestos por personas inteligentes y bien intencionadas, pueden cometer errores significativos al tomar decisiones conjuntas.

Estos errores pueden surgir debido a una serie de factores, como la presión social, la conformidad o la falta de información completa. Las ilusiones colectivas también desempeñan un papel importante en este proceso. Cuando un grupo cree erróneamente que su opinión es compartida por todos, puede perpetuar creencias falsas o inexactas.

Por lo tanto, es crucial cuestionar el consenso grupal y considerar cuidadosamente las decisiones tomadas en conjunto, para evitar caer en trampas de pensamiento colectivo y garantizar que las conclusiones sean fundamentadas y basadas en evidencia sólida.

Mito 5: Los trabajos de élite son importantes para nosotros.

El mito de que los trabajos de élite son esenciales para nosotros se basa en la creencia de que las ocupaciones prestigiosas y de alto estatus son fundamentales para el éxito y la realización personal. Sin embargo, la realidad es más compleja, y los datos muestran una percepción muy diferente. Creemos que el prestigio o el estatus es lo que todos buscan en un trabajo, pero en realidad, la gente valora mayoritariamente la autonomía y el significado de lo que hace en el trabajo.

Las generaciones más jóvenes están reevaluando las prioridades laborales, valorando la búsqueda de significado y propósito en el trabajo sobre la mera acumulación de riqueza o estatus. Además, las ilusiones colectivas pueden distorsionar nuestra percepción de lo que es importante.

Resumiendo, los trabajos de élite no son importantes para todos o para la mayoría o el colectivo, y la verdadera importancia según los estudios realizados, radica en encontrar un trabajo que brinde satisfacción personal, que tenga un propósito y que contribuya al bienestar de la sociedad, esto es lo que opina la mayoría.

Mito 6: La mayoría aprueba la división.

Existe la creencia de que la mayoría está a favor de la segregación, de la división, o de la polarización política, y en realidad esto no es así. Esta ilusión colectiva puede perpetuar prácticas discriminatorias y mantener divisiones sociales no reconciliables.

Revisando la historia, en los años 60, en el sur de Estados Unidos, la segregación racial era una realidad dolorosa. Sin embargo, por aquel entonces, la mayoría de los blancos ya no aprobaba esta práctica, les provocaba rechazo. A pesar de eso, creían erróneamente que, mayoritariamente, los «otros» aún favorecían la segregación. 

Esta ilusión colectiva prolongó la discriminación y obstaculizó el progreso hacia la igualdad racial. Solo cuando se desafiaron estas percepciones colectivas, se lograron avances significativos en la lucha por los derechos civiles de ese país.

Luego debemos desafiar estas percepciones erróneas para promover la integración. Es crucial reconocer que la inmensa mayoría busca la igualdad y la convivencia pacífica, en la que puedas expresar tu opinión y llegar a acuerdos fuera de un clima de crispación ficticio o provocado por algún interés, que no es de los comunes.

Mito 7: La gente quiere títulos universitarios.

El mito de que la gente anhela títulos universitarios se ha arraigado en la creencia de que obtener un diploma es la clave para el éxito profesional y personal, sin embargo, la realidad es diferente, el mundo está evolucionando de tal manera que la obtención de un título no asegura absolutamente nada. 

Las nuevas generaciones valoran cada vez más la relevancia y utilidad de la educación superior que reciben. No se trata solo de obtener un título, sino de adquirir habilidades prácticas que les permitan enfrentar los desafíos del mundo laboral, y la gran mayoría se encuentra en esta tesitura.

La gente busca una formación que les proporcione oportunidades de empleo y estabilidad financiera, más que un simple papel. Además, el endeudamiento asociado con la educación superior es una preocupación creciente. Muchos se cuestionan si el costo de un título universitario vale la pena, especialmente cuando la deuda estudiantil puede ser abrumadora en países como Estados Unidos. 

Por lo tanto, las personas buscan opciones que les permitan minimizar la carga financiera mientras obtienen una educación de calidad. La tendencia se inclina hacia una educación más personalizada y flexible, que se adapte a las habilidades, intereses y metas individuales. El deseo de títulos universitarios está evolucionando, y la verdadera importancia radica en encontrar un equilibrio entre la formación académica y las necesidades específicas del individuo que se desarrolla en sociedad.

Mito 8: Las normas culturales son inamovibles.

Creemos que las normas culturales no pueden cambiar, pero a veces pueden adaptarse. Esta ilusión colectiva puede limitar la evolución y la inclusión. A modo de ejemplo, en Vietnam, se enfrentaron a la desnutrición infantil utilizando el enfoque de lo que llamaron los “desviados positivos”. Descubrieron que algunas familias complementaban la dieta de sus hijos con camarones, a pesar de saltarse una norma cultural que los consideraba dañinos para los niños. Al desafiar esta norma, lograron mejorar considerablemente la salud de los niños y cambiar la percepción sobre los alimentos en toda la sociedad.

Luego se deben identificar esos desviados positivos y desafiar las normas arraigadas. Reconocer que las culturas evolucionan y que las tradiciones pueden modificarse. Cuando era pequeño, yo corría en bicicleta. Una de las normas era que no podías meter el plato grande y el piñón pequeño hasta finales de febrero o principios de marzo, según la tabla de entrenamientos y lo que nos decían los ciclistas mayores. 30 años después, queda más que demostrado que el entrenamiento en ciclistas se basa en series de potencia profesionalizadas, y puedes meter el plato grande con pequeño es cualquier mes a lo largo del todo el año … me tiré tres años siguiendo esa norma.

Conclusión

En este cierre de artículo, quiero incitar al lector a reflexionar sobre las ilusiones colectivas que nos rodean. Seguro que durante la lectura del mismo, se os ha ocurrido multitud de ejemplos de mitos o ilusiones colectivas que os suceden en el día a día. A menudo, estas creencias erróneas se arraigan en nuestra sociedad de manera sutil y poderosa. Sin embargo, al cuestionarlas y buscar la verdad, podemos contribuir a construir un mundo más informado, justo y compasivo entre todos.

La próxima vez que nos enfrentemos a una ilusión, recordemos que la realidad es más compleja y esperanzadora de lo que parece a simple vista.