El libro de Darwin introdujo la teoría científica de que las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante un proceso conocido como selección natural.
Presentó pruebas de que la diversidad de la vida surgió de la descendencia común a través de un patrón ramificado de evolución.
Sin embargo, la mayoría de los biólogos contemporáneos consideraban que era una posición extrema, y se discutieron alternativas como variaciones del neolamarckismo, la ortogénesis (evolución «progresiva») y el saltacionismo (evolución por «saltos» o mutaciones).
Catalogado este momento como la cuarta revolución industrial, entendemos que la base se fundamenta en cinco pilares fundamentales: diversidad, ubiquidad, especialización, complejidad y socialización.
Dentro de este contexto no podemos hablar de diversidad sin pensar en la pluriespecialización como aquella vertiente que proveerá un cambio de paradigma en el empleo de personas capaces de mezclar en sí mismas las maneras de pensar de especialidades diversas y los reflejos variados de experiencias múltiples.
La velocidad de los cambios tecnológicos que están sucediendo, nos aboga más bien a procesos de mutación, más que de adaptaciones progresivas. La transmutación de las especies, es un término utilizado en la historia de la biología para describir el cambio de una especie en otra.
El tiempo es un bien escaso y, para no perder el tren, debemos intentar formarnos a la velocidad del trueno, olvidar el concepto cíclico de carrera universitaria y masters a X años vista. El entorno y el ecosistema ya han cambiado y requieren agilidad, versatilidad y flexibilidad. En 6 ó 9 meses, se puede estar preparado para mutar estudiando cursos píldora como los que ya están ofreciendo Google o Microsoft.
Abstrayendo la definición de tecnología a conceptos básicos, la podemos entender como algo inventado después de tu nacimiento, tal y como dice Alana Kay o como define Danny Hillis, todo lo que no funciona todavía, por simplificar, diríamos que se trata de cualquier cosa útil creada por una mente humana. TODO LO NUEVO, que necesariamente no tiene porque ser TODO LO BUENO.
Cuando nos encontramos de frente con una nueva tecnología que no entendemos, la reacción primaria es la de prevención. Si no la entendemos, es un riesgo y tendemos a reaccionar de manera conservadora y reactiva, en vez de trabajar en proactivo, favoreciendo la experimentación y, en esencia, el juego.
La energía de fusión es una buena idea si la utilizamos para energía, pero una mala idea si se nos ocurre hacer una bomba nuclear. Todas la ideas que, a priori, nacen o se entienden como un mal, en el proceso de su desarrollo desembocarán en un buen uso.
No penséis en el último wearable ni el último software supersónico. El primer cuchillo que diseñaron los Neandertales, quizá sea mayor utensilio tecnológico de la historia de la humanidad.
Con este tipo de armas, se produjo una expansión y desarrollo sin precedente. Supuso la extinción de casi 250 especies y la conquista del territorio poblado por animales en aquella época. Pequeña herramienta, impacto muy grande.
La tecnología, desde los inicios, ha demostrado tener el mayor poder de transformación. La fuerza más poderosa de cambio.
Kevin Kelly, fundador y director ejecutivo de Wired, ha desarrollado una teoría basada en la observación, en la que sostiene que la tecnología sigue el mismo patrón evolutivo que la biología. Defiende que la tecnología en sí, es el fenotipo de la mente, así como el cuerpo de las ideas.
Si bien hay algunas diferencias, la evolución de la tecnología imita la evolución de la vida. Las dos comparten muchos rasgos: ambas evoluciones se mueven desde lo simple a lo complejo, de la generalización a la especialización, de la uniformidad a la diversidad, del individualismo a la socialización, de residuos energéticos a la eficiencia y del cambio lento a una mayor capacidad de evolución.
En este sentido, se puede interpretar que la tecnología se ha convertido en el séptimo reino de la vida.
Además de arqueas, protistas, eubacterias, hongos, plantas y animales, ahora tenemos que añadir lo que él ha definido como Technium. Las ramas de Technium crecen y proliferan fuera de la mente del animal humano, al igual que las raíces más profundas de la rama humana se desarrollaron fuera de las bacterias.
Con el tiempo el Technium ha evolucionado desde la lanza hasta desarrollos más complejos, como los ordenadores cuánticos, la ingeniería genética, los aviones a reacción, y la World Wide Web.
La vida y la tecnología remontan a una acción común. Los siete reinos de la vida comparten la misma capacidad notable para mantener el desequilibrio, para aumentar la entropía, y para acelerar la evolución. A medida que se expande da paso al desarrollo de diferencias, diversidades, opciones, elecciones, oportunidades, posibilidades y libertades.
Es una forma de jugar con el juego, de evolucionar la evolución y de experimentar dentro de este juego infinito de la vida.
Pedro Trillo, Maverick en vizologi.
vizologi.com