Desde los últimos años venimos pensando en la palabra disrupción como un gran salto cuantitativo. Cierto es que en los últimos años ha habido cambios notables, pero no alcanzamos a pensar cuando se va a producir el verdadero delta disruptivo. En mi opinión este cambio verdadero vendrá motivado cuando cambien las necesidades, prioridades y los hábitos de consumo de las personas.
Abraham Maslow y su teoría de la motivación humana nos muestra de manera muy sencilla cómo se organizan nuestras necesidades básicas:
Si pensamos acerca de los principales actores del panorama disruptivo no dejan de basarse en necesidades que podrían catalogarse como superfluas. Que Netflix revolucione el modo en que consumimos video, que Uber te ofrezca una gran solución para coger un taxi o que Amazon te entregue un paquete en un tiempo récord no deja de ser anecdótico en pro a usar el verdadero potencial tecnológico para resolverá hasta las necesidades más básicas.
Todas las anteriores siguen un patrón similar. Ofrecen un modelo de plataforma, simplifican los procesos, eliminan intermediarios, rebajan el precio y abaratan los costes, ofrecen un valor más medible y personalizado, facilita el acceso y la instantaneidad, todo en un tiempo real, medible y con una conexión más directa.
Hablar de aquí de exponencialidad se aplicaría al hecho de hacer la misma acción en un paso mientras que antes te costaba diez pasos.
No nos engañemos el porqué y el qué siguen siendo el mismo, es decir, se están reinventando las mismas necesidades autocreadas que proceden de la revolución industria. Está cambiando mucho el cómo pero prácticamente estás haciendo lo mismo de otra forma diferente, pero nos estamos basando todavía en necesidades superfluas. Google o Facebook son dos grandes compañías que han reinventado el modelo de publicidad. Amazon o Alibaba reinventan el modelo de comercio, pero en esencia se hace lo mismo de otra manera.
Podríamos pasar a un modelo de megaplataformas monopolísticas combinado con la esencia del P2P, en el que la política y los negocios se gestionan de persona a persona directamente. Cada superplataforma tiene en sí un riesgo asociado. YouTube se alimenta de la publicidad que añade a sus youtubers, si los youtubers pensarán en cómo hacerse publicidad entre ellos mismos compartiendo audiencias e intereses comunes dejarían obsoleto el modelo de la megaplataforma.
De hecho opino que una vez que haz sido disruptor las probabilidades de que tu negocio permute en el mundo digital son muy altas, aquí es donde entra la obsesión por innovar.
Siempre que tratas de tecnología hay un hueco muy grande para el individuo en sí como participante de la comunidad. Esos individuos se organizan por intereses para cubrir necesidades, que la plataforma sea el medio, no quiere decir que la comunidad no decida actuar un cierto día de manera autónoma.
La verdadera disrupción se encuentra en el sentido de comunidad y colaboración, las redes P2P formadas entre personas que comparten los mismos intereses abren puertas disruptivas mayores, los avances en generación de Software abierto y colaborativo están generando un nuevo modelo de organización, el P2P como modelo quizá sea a futuro el mayor componente disruptivo y de cambio.
La red nació para ser construida entre todos, que el buscador de Google monopolice el 90% del mercado no es bueno para nadie, por muy bien que nos caigan y por los grandísimos productos que nos ofrecen gratuitos, debemos ser más críticos y pensar que siempre hay un interés comercial que estructura toda esa información, debemos trabajar la neutralidad de red, internet es de todos y para todos, no lo olvidemos.
En cuanto cambiemos de modelo energético, pasando de combustibles fósiles a energías limpias si que habrá un cambio sustancial, la necesidad energética será incluso superior a la de ahora, pero el cómo la entregues provocará cambios drásticos en la economía, en los mercados y en consecuencia en la actividad de cada ciudadano.
La robótica y la automatización cambiará el panorama laboral, hay mucho miedo sobre los trabajos que desaparecerán y lo difícil que será adaptarse al nuevo entorno, no todo el mundo estará preparado para hacer trabajos que todavía no conocemos, la velocidad de automatización va a ser mayor que nuestra capacidad de aprendizaje para crear actividad en los nuevos escenarios que se acercan, en este GAP será donde se produzcan los cambios sociales más relevantes. Aquí las necesidades cambiarán.
No nos hemos parado a pensar que en una sociedad donde los mecanismos de producción no sean humanos tendremos superproducción de bienes, habrá mucha más oferta que demanda, los precios bajarán y quizá para sostener el equilibrio se deberá incentivar la compra a través de ingresos básicos universales. Lo robots trabajarán en 24×7. Si en ocho horas consiguen triplicar la producción de una persona, pensad que harán en 24 horas, habrá más abundancia que nunca y menos ingresos, aunque se abaraten los precios, quizá suponga un suplicio sacar los 6 euros de tarifa plana que vale Spotify.
¿A qué nos dedicaremos entonces? Una vez las necesidades basadas en bienes materiales las tengamos cubiertas y además si no tenemos que trabajar para realimentar y consumir dentro de esas mismas necesidades, por inercia dedicaremos nuestro tiempo a las materias como la Astronomía, la Ciencia, la Longevidad, el Arte o la Filosofía. Volveremos a la raíces y corrientes más clásicas bajo un punto de vista privilegiado y más evolucionado que nunca. Aquí es donde el humano dará un gran paso disruptivo.
Aquí tendrán mucho más sentido el porqué y el qué: la explosión de la curiosidad.
Se habla mucho sobre los coches autónomos, el carsharing, ridesharing y carpooling y lo que no paramos a pensar es que dentro de 10 o 15 años vamos a trabajar en un modelo de plataforma global, hiperconectado, con sistemas de traducción de idioma simultáneos, tendrás herramientas de realidad virtual y aumentada que extiendan tu presencia física en un mundo virtual, además de una suite de servicios personalizados y bajo demanda que en definitiva provocarán sedentarismo y un sentido de deslocalización. En este entorno quizá no nos hará falta ni coger el coche dentro de la rueda de reinventar en invento industrial que quizá no cumpla con la expectativa de necesidad digital.
El sentido del háztelo tu mismo cambiará el modelo productivo. Ya no es que la fabricación la vaya a hacer un robot sino que ese robot quizá forme parte de tus pertenencias básicas y en consecuencia tú mismo tendrás la capacidad de construir bienes materiales y consumibles desde tu casa.
Directivas de empresas de todo el mundo están poniendo el foco en lo que llamamos la generación de los millennials (aquello nativos digitales nacidos entre en 81 y el 95). Se rasgan las vestiduras para entender cómo le vendemos a esta generación que va a suponer el 75% de la fuerza laboral del mundo en 2025.
Esta generación va a moldear y cambiar la pirámide de necesidades Maslow y no por una aplicación muy moderna o por un estilo de vida determinado sino por los valores, no tienen sentido de la propiedad, son colaboradores innatos y su lema se basa en que menos significa más.
La generación que cambie sus hábitos de consumo será la generación que cambie el mundo, basándose en una verdadera disrupción tecnológica.
No son seres especiales, ni especialmente idealistas, sino simplemente la consecuencia y la reacción del estado anterior del que vienen, llamarlo evolución.