Liberación; 2 años sin redes sociales.

Foto de Sticker Mule en Unsplash

En Octubre de 2018, tras varios años valorándolo, tomé la decisión, iba a borrar mis redes sociales, refiriéndome a Facebook y Twitter. Instagram, TikTok, Snap, etc, son plataformas en las que nunca llegué a crear un usuario y a día de hoy mantengo LinkedIn, como herramienta de trabajo.

El factor determinante para borrar mis redes sociales, derivó de un periodo de cambios en mi vida en la que entre otros, quise revisar y afrontar temas como el ego, la vanidad, la humildad, etc, siendo las redes sociales la antítesis de donde quería llegar.

Otro cambio grande fue el uso del móvil, rebajé considerablemente el número de horas, sobre todo me creé un hábito para poder concentrarme en el trabajo. Manteniendo fuera de mi alcance el dispositivo, siempre en silencio metido en un cajón, y sin notificaciones.

De este modo, reviso 3 veces al día el teléfono, en la mañana después de desayunar, al medio día, y por la noche le dedico un poco más de tiempo.

Hay gente que me comenta, que siempre que llama o escribe y no contesto al teléfono, a todos les explico mi cambio de hábito, en el que me he quitado las interrupciones innecesarias, haciendo un reparto diferente de mi tiempo, mi móvil no monopoliza mi agenda, es al contrario, yo decido cuando realizó acciones en mi móvil como parte activa, no reactiva.

Durante la jornada, es imposible avanzar con las tareas del día a día si cada 10 minutos tu móvil te envía una notificación que te reclama realizar o reaccionar ante una acción determinada, esto no deja de ser una adicción y un control sobre tu comportamiento como usuario.

No me considero un «hater» de las redes sociales, cada nueva tecnología tiene dos caras, la buena y la mala, ni voy a tratar de imponeos un prisma determinado, para mí la parte mala de las redes pesó más que la buena.

Y os tengo que decir que durante el borrado de Facebook y Twitter sentí una agradable sensación de liberarme de algo que no necesitaba.

No os preocupéis; Vuestros amigos, familiares y allegados estarán ahí cuando te borres el Facebook, no ocurre absolutamente nada a nivel social, incluso mejora bastante las relaciones con tus amigos, ya que fuera de las redes, se incrementa el interés y la calidad del encuentro físico, aparte de tener mil temas nuevos para hablar que no has publicado en ninguna red.

Estaba harto de entrar a las redes sociales y perder el tiempo en un muro infinito en el que lo máximo que ejercitaba era el dedo con un scrolling y un sistema de valoración de publicaciones, asumiendo, que el contenido que estaba viendo era “la verdad”, la que según mis intereses, un algoritmo me recomienda en un momento determinado.

Como os comenté el efecto burbuja derivado de esas recomendaciones te anula a la hora de pensar, te desactiva el espíritu crítico, ya que te refuerza continuamente lo que eres y lo que te gusta, cuando las áreas de crecimiento de la persona están precisamente al contrario, en entender que ocurre en el otro extremo, en lo que no eres, o lo que no te gusta.

En realidad quería volver a los inicios que me maravillaron de Internet a principios de los 90, a aquellos tiempos en los que te conectabas a la red con un módem de 56K que por el ruido que emitía parecía que te llevaba a otra dimensión, quería volver a la raíz de lanzar una pregunta y obtener una respuesta, para mí eso es lo grande de Internet.

Ese factor de exploración, de sorpresa, de a donde llegaré con esta búsqueda, de aprender cosas nuevas, de sorprenderte en cada resultado, ese es el poder de Internet, en este modo de uso yo decido activamente, que ver y que hacer, aquí actúo, lanzo una pregunta y obtengo millones de respuestas, siendo un arte y una habilidad el modo en el que preparas tus preguntas, tus búsquedas, tus queries, aquí está la esencia de la red de redes.

Utilizando las redes sociales, te idiotizas siendo un sujeto pasivo que hace scrolling continuamente sobre un feed alimentado por lo que un algoritmo cree conocer de tí como persona, por unos «me gusta», encerrándote en una burbuja de eco reverberante, si quieres evolucionar no lo hagas por la retroalimentación y reafirmación de lo que eres, si no por las distancias de disparidad entre tú y el que está en el otro extremo.

Detrás de esos algoritmos de recomendación, no hay nada más que personas, programadores, que construyen código basado a unos objetivos e intereses privados de una empresa determinada, ellos tendrán su sentido de ética, del bien y del mal, pero el algoritmo no llega a tanto, no tiene ese concepto de esto es ético o no, simplemente son reglas codificadas por un humano que ni es humanista, ni filósofo, ni historiador, son programadores de código.

Por eso es tan importante que entren en la definición de esos algoritmos perfiles de humanidades, que apliquen ética, su trabajo tiene un gran impacto global sobre la conciencia de la gente, debe haber alguien que vele por unos valores y una ética, sobre la tecnología que desarrollan las redes sociales.

Plataformas como Facebook, transcienden de ser un negocio privado, si tienes a 2 Billones de personas conectadas en una red, es muy miserable pensar sólo en administrarles publicidad y ganar mucho dinero, hay un bien mayor al simple hecho de monetizar, hay valores transcendentales y comunales mayores, sobre qué hacer cuando tienes en un mismo sitio a toda la comunidad global.

Es un poder inmenso, impredecible, e incontrolado, sin dejar de pensar que es absolutamente excepcional; Mantuve una gran admiración por Mark Zuckerberg, pero tras entender bien lo que sucedió con el escándalo de Cambridge Analitica, tomé una decisión y dije que yo no quería formar parte de esa plataforma, ni de ese circo, y a continuación borré todos mis datos.

El problema es que estamos dejando en manos de un puñado de diseñadores, tecnólogos y  programadores, cuestiones extraordinariamente importantes para la condición humana, valores como la libertad, la ética, la igualdad, la religión, la globalidad, o los nacionalismos, se están pervirtiendo en un debate ligero, difuso y ruidoso dentro de una cámara reverberante digital.

Siendo el que más paga por la publicidad, el que siempre gana la partida para extender su manipulación y su polarización atendiendo a sus intereses particulares.

Ellos están asimilando todavía lo que significa conectar a más de 2 Billones de personas en una red social, pero no tienen por qué tener un criterio acertado en cómo manejar ese poder que han conseguido de manera tan sorprendente, inesperada y rápida, son humanos y tienen fallos como todos.

No hay un manual que te diga que debes hacer cuando llegues a los 2 Billones de usuarios de tu plataforma digital, directamente entrarás en un modo random, impredecible de qué puede pasar dentro de ese efecto de red social, ni el mismo Zuckerberg sabrá qué puede pasar con Facebook en 10 años, se necesitarán toneladas de IA, para predecir reacciones e imprevistos dentro de esa red, su intención fue la de hacer una red social en un campus de universitarios, no la de conectar al planeta entero teniendo en sus manos las grandes preguntas de la civilización.

Pero la cuestión es que esas plataformas pueden modificar las bases de la democracia, pueden controlar a los individuos, pueden manipular las conciencias, pueden polarizar el discurso, pueden dividir a los pueblos, pueden anular tu espíritu crítico, pueden afectar a tu concentración, o simplemente, te pueden hacer perder el tiempo.

¡Tú decides!