«El software se lo come todo», los bienes materiales que entran dentro de un flujo de bits digitalizados, nunca vuelven a ser los mismos, actúan y transcienden desde el producto físico hacia el servicio intangible.
Sin ánimo de entrar en obviedades; recordemos la ávida observación que realizó el reportero de TechCrunch en la que se refería a Uber como la mayor compañía de taxis del mundo, que no posee vehículos. Facebook como el propietario de los contenidos más populares del mundo, que no crea ningún contenido. Alibaba como el minorista con una valoración más alta, que no tiene inventario y Airbnb como el mayor proveedor de alojamiento, que no tiene propiedades. Algo interesante está sucediendo.
Sobre medios digitales, Netflix te permite acceder al mayor catálogo de videoclub del mundo sin la necesidad de poseer el producto, Spotify te deja escuchar cualquier tipo de música sin la necesidad de comprar el disco.
Amazon Kindle te abre el archivo de una biblioteca de 800.000 libros sin la necesidad de ser el dueño de ninguno de los libros que lees.
Lo asumimos, algo ha cambiado ya, la pertenencia ha perdido la importancia que tuvo y el acceso es más importante que nunca, querer lo queremos y lo queremos ya. ¿Por qué? Porque tenemos en nuestras manos un máquina a la que accedemos entre 100 y 200 veces al día.
Lo queremos todo en tiempo real y bajo demanda sin que nos suponga un esfuerzo más allá de un par de clics dentro en una aplicación. Se trata de una cuestión de ahorro de tiempo en términos tecnológicos de productividad y organización, a la que sin darnos cuenta nos hemos vuelto exigentes y adictos a los servicios tecnológicos.
Comenzamos con los contenidos de entretenimiento hace más de 10 años y hoy en día en el ranking top 30 del World Economic Forum de 2016 nos encontramos compañías de salud, alimentación, consumibles, logística, automoción, etc. En la que se repite una y otra vez el mismo patrón en el modelo de negocio; no hay un activo físico en la propuesta de valor, todo se basa en software, funcionalidad y acceso.
Pensad hace 10 años cuando abríais el capó del vuestro coche y le echabas a un ojo al motor, podría haber entre 150 y 200 componentes físicos industriales unos visibles otros invisibles.
Imaginad ahora en el primer día que un comprador de Tesla abre el capó de su vehículo y… no encontrará nada, si abriera el maletero tampoco encontraría nada, de entre los 150 a 200 componentes se ha pasado a dos turbinas conectadas a los ejes motores.
No solo se está desmaterializando las materias primas, sino que el valor físico tangible no va a tener sentido ha no ser que lo conectes a servicios software intangibles, tu rueda adquirirá una nueva vida en el momento en el que le conectes un chip inteligente, le aportes conectividad y en sí genere datos; los tornillos, la goma, el acero de la llanta pasará a tener otro valor imperecedero que forzará a minimizar su coste físico a la mínima expresión.
Podemos pensar que si necesitamos menos hierro, la economía se puede debilitar (más madera, como decía Groucho Marx), pero los datos demuestran lo contrario —menos es más—. Para generar una unidad de PIB en 1870 se necesitaban 4 kilogramos de hierro, en 1930 se emparejó la relación de 1 a 1, en 1977 el kilo conseguía 1,64 $, en el año 2000 se cotizó a 3,58 $.
Es decir, en 23 años la desmaterialización a duplicado el valor del PIB, a futuro se puede incluso revertir la tendencia que tenemos a la inflación en pro al crecimiento de la deflación.
Pensad en cómo compráis la alimentos hoy y en cómo los consumiremos a medio plazo, ¿por qué no puedes pagar una suscripción diaria en alimentos de temporada sin transgénicos? En el que el productor más cercano a tu domicilio te sirva el pedido utilizando un servicio commodity parecido al que ya ofrece Amazon Prime Now.
Claro que lo haremos, ya existe este proceso digital y se convertirá en mainstream del mismo modo que consumes la música, ya que detrás hay una tecnología que abarata el coste, organiza la logística, maximiza la producción y te ofrece una experiencia de usuario excepcional.
La zanahoria será la misma (o más natural incluso) pero toda la cadena de producción será diferente en cuanto la transformes a flujo de bits.
En el bypass desde la propiedad que tu compras hasta el acceso al que te subscribes cambiarán muchas de las costumbres que tenemos, pero sin darte cuento hoy lo estás ya.
No hay que mirar a futuro, ni pensar en previsiones a 30 años acerca de cómo nos desarrollaremos los individuos en sociedad debido al impacto de la carrera tecnológica.
Entendemos que todos de alguna u otra manera, hoy ya hemos cambiado, el sistema en el que nos movemos ya cambió sin darnos cuenta a una velocidad de vértigo, hace años que renunciaste a tu privacidad usando redes sociales.
Más del 50 % de los productos que consumías hace 10 años en la compra física, los disfrutas ahora en un modo de acceso inmediato, renunciaste a la rigidez de la propiedad en pro a un alquiler fluido y flexible.
En tu contexto del día a día tu identidad se ha desmaterializado, su peso se ha volatilizado, lo que antes se basaba en un concepto de lo que tengo o poseo como sinónimo de ‘status quo’ en un colectivo, ahora se basa en la esencia de lo que soy, como puedo influir a los demás y que me llevo en el camino a la transcendencia personal.
Los pilares en los que nos sustentábamos se anclaban en los conceptos clásicos de la privacidad y la propiedad privada, hoy todo es diferente y a futuro se acentuará aún más, ambos conceptos se están desmaterializando dentro de un medio fluido y accesible.
Las relaciones con los clientes también cambiarán. Hoy han cambiado, del impacto inmediato y esporádico de la marca en la compra compulsiva del producto físico, hacia el matrimonio de largo plazo en la suscripción al servicio.
Entendamos que las cuatro primeras compañías del mundo en capitalización bursátil actual, resuelven la necesidad de transcendencia personal dentro de la cúspide de la pirámide de realización de Maslow.
Hemos pasado de compañías de activo físico que fueron líderes hace 20 años, a las actuales plataformas de auto-transcendencia, un paso más humanista que supera la practicidad de la adquisición de productos dentro de un ciclo de consumo caduco.
Parece que venimos de décadas en la que nos hemos basado en una economía de la escasez, hemos acumulado muchos trastos, según nuestros hábitos de consumo, y ahora nos dirigimos hacia una economía de la abundancia, en la que buscamos lo contrario; la escasez de bienes, deshaciéndonos de todos los trastos que hemos acumulado en un tiempo previo y abrazándonos a las ventajas del acceso.
Lo antiguo recobrará una nueva vida dentro de un proceso software inevitable y lo nuevo será realmente fácil y rápido de fabricar, veremos como crecerá la adquisición de la artesanía (aquel producto que te suscite una autenticidad incalculable).
Del acopio y pertenencia del producto, pasaremos en un modo tangencial al disfrute de la experiencia de los microservicios para todo y todos, al final ganaremos tiempo, ahorraremos dinero, y bien pensado, nos centraremos más en nuestra transcendencia de lo que soy y no de lo que tengo, la duda estará en ¿cuántos podrán pagar esta estructura de mini subcripciones de servicio?
Pedro Trillo, Maverick en vizologi.
vizologi.com