Cacerolas, postcapitalismo y cuentos de puchero

Básicamente la máxima que sustenta el sistema en el que vivimos se centra en producir más en el menor tiempo posible, reduciendo los costes marginales y aumentando el margen de beneficio.

Sobre estas cuatro patas de la mesa, y siguiendo estas premisas al pie de la letra, hemos llegado a un modelo productivo global en un marco de trabajo mundial y con un nivel tecnológico que supera y cambia en esencia a la propia naturaleza del sistema.

Seguimos produciendo cacerolas, tal y como se fabricaban en la primera revolución industrial, pero el cómo las producimos es donde la tecnología agotará al límite el concepto productivo industrial. La tecnología no cambia al capitalismo sino que se trata de la mayor arma de la que dispone el mismo para sustentar los cuatro ejes básicos. En la evolución tecnológica a medio plazo será donde se producirá la mutación del paradigma productivo y competitivo, en consecuencia un cambio transversal.

En las próximas generaciones ya se están desmaterializando el consumo en pro a la experiencia. En cualquier conversación que escuchéis entre jóvenes, ya no se habla del último todoterreno comprado, sino de aquel viaje en el que un cocodrilo saltó y mordió la lancha durante la travesía de un río por Sri Lanka.

No vamos a dejar de producir ni consumir pero la forma en la que lo vamos a hacer va a cambiar sustancialmente el escenario.

El medio, el canal, Internet nos hace a cada uno de nosotros consumidores y productores al mismo tiempo, además nos ofrece bidireccionalidad con capacidad democrática y crítica.

Videos, blogs, libros, así como multitud de servicios, ya se están compartiendo en un modo colaborativo a un coste cercano a 0.

No tenemos por qué considerarlo un fallo sino todo lo contrario. El sistema ha trabajo muy bien, tan bien que está reduciendo los costes marginales de producción a 0 ó casi 0. En esta situación es donde se transmuta a otro estado por el simple hecho de cambiar las reglas que te han llevado a 0.

El coste de un vatio de energía solar costaba 66 dólares en 1997. Hoy en día cuesta 66 céntimos y dentro de 10 años valdrá 6.6 céntimos. En veinte años valdrá 0.6 céntimos y estará cercano a cero.

Como en Internet, en este modelo energético el consumidor también es productor a la vez. En algunos casos la energía que no consuma podrá revenderla.

La economía actual no deja de basarse en el petróleo como fuente de energía. En esencia como materia prima limitada se verá sustituida por materias primas ilimitadas, se impondrá el sentido común, siguiendo la reglas básicas del sistema para producir más barato.

La energía solar, eólica o hidráulica no van en contra del sistema sino en pro a la eficiencia del mismo. Surgen de la bifurcación del mismo sistema, los parámetros son los mismos, se basan en eficiencia y productividad.

Los intereses de explotación sobre los viejos modelos son los que son diferentes y los que a día de hoy mantienen y sostienen grandes beneficios, impidiendo que la bifurcación se haga más grande. Como en cualquier proceso tecnológico se acabará imponiendo por naturaleza, porque es más económico y produce más beneficio. Lo puedes retrasar pero no lo puedes parar.

En el momento en el que vayas a un concesionario y te ofrezcan el Tesla S que consume 6 € al mes de energía y cualquier otro modelo de combustible fósil que consume de media 100 € al mes, la elección parece más que obvia.

Si este proceso de cambio no se ha acelerado más rápido, no es porque no exista ya la tecnología para poder hacerlo, sino porque los costes de manufactura en los países asiáticos siguen siendo más económicos que el precio de la maquinaria y los procesos de automatización.

En el momento en el se abarate este conjunto y sea más económico que la producción remota, volveremos a modelos de producción locales con difusiones globales a través del modelo de plataforma colaborativa.

Llevado al extremo con el uso de la impresión 3D para el consumo de bienes en las personas, llegará al punto en que la localización de la fabricación y producción será tan local como tenerla en el salón de tu casa. Te permitirá individualizar y personalizar el bien en sí, produciendo más rápido, más barato y en cuanto entre en red será un producto global.

En cualquiera de los escenarios que nos plateemos, las materias primas nunca van a desaparecer. Es más, en estos modelos productivos continuarán siendo la clave. Lo que cambiará será la cadena de valor, desde la obtención de esa materia prima hasta la explotación en el mercado, ya sea para un bien o un servicio.

La desintermediación de grandes empresas en pro a las colaboraciones entre individuos.

Quizá no te comprarás una taza de té, pero tendrás acceso a materiales como la cerámica que puedas comprar a granel. Metales o plásticos, iremos a la base en un proceso sencillo de auto fabricación.

¿Por qué? Simplemente porque existe ya una tecnología que te permite hacerlo, que te da acceso para crear más barato y en menos tiempo, reduciendo los costes marginales y aumentando los beneficios. Pero aquí se aplican las reglas del capitalismo a la unidad mínima, el individuo.

Tradicionalmente las empresas multinacionales usan el fundamento de importación y exportación que aprovechan las ventajas de la producción remota en países que ofrecen más ventajas fiscales y competitivas. Tanto las tradicionales como las nuevas se basan y basarán en tres pilares digitales básicos: el uso del cloud para infraestructuras, el análisis de datos y el uso de big data para la generación de negocio.

Pues bien, a día de hoy cualquier autónomo que desee desarrollar una actividad tiene exactamente las mismas herramientas de las que dispone una multinacional a un precio mínimo o incluso en algunos casos gratis. Google Apps, incluyendo cloud y hosting, cuesta alrededor de 7,25 $ al mes, sobre datos abiertos se dispone de más de 2.500 repositorios gratuitos, contratar a un hindú en freelancer para una carga de un catálogo de producto en tu web no cuesta más que 1 $ la hora.

Alibaba te permite realizar encargos por unidad no por lote, considerándote particular no empresa. Sobre la fabricación de cualquier producto, se pueden contratar servicios wholesalers de mayorista en China a precios irrisorios. La logística nunca ha sido más barata.

Todas estas ventajas competitivas están al alcance de cualquiera.

Gastas más en las tarifas planas que consumes en Spotify y Netflix, que en los costes fijos que tendrías para crearte tu multinacional, digital y global.

La mutación se acelerará cuando el concepto de economía de escala se sustituya por la economía de alcance.

La primera (la actual) consigue productividad fabricando cacerolas en menos tiempo, con menor coste y en mayor número; en la segunda economía el coste unitario se reduce a medida que aumentan las variedades producidas, cuya demanda se ha hecho mayor a partir del alcance de los límites de producción con unos costes fijos dados.

En un mundo digital lo interesante ocurre cuando trabajas con costes fijos muy bajos o cercanos a 0. En este escenario no necesitamos aumentar la escala para aumentar la productividad, sino en todo caso el alcance, que alimenta las sutiles diferencias entre las distintas variantes de tu output.

Por primera vez en la historia, los tres ejes sobre los que se sustentan los modelos de desarrollo, comunicación, energía y transportes van a estar entrelazados entre sí gracias a Internet, un medio nuevo con reglas diferentes. Aquí viene el gran cambio.

El capitalismo tal y como lo conocemos, no desaparecerá, debido a la producción de materias primas básicas que seguirán en el mercado así como la construcción de grandes infraestructuras. Siempre van a estar ahí, pero si que se producirá una bifurcación de sistema en la que convivirán diferentes modelos, uno al alza y otro a la baja, y donde la clave pasará por el cambio del modelo energético.

Igual que un río se divide en afluentes, la bifurcación digital irá creciendo en caudal con el riesgo de secar el río.

Se digitalizará todo lo que se pueda digitalizar, pero habrá bienes que son indigitalizables.

Llamarlo postcapitalismo, capitalismo 2.0, tecnocracia, como queráis; sin duda hay que saber leer las señales, los trazos que nos dibujan un escenario futuro diferente, en el que llevado al extremo, las mismas reglas del capitalismo acabarán en una mutación hacia nuevas modelos económicos, sociales y políticos, donde el humano y el statu quo del individuo pasará de la masa al centro estratégico del ecosistema.

Pedro Trillo, Maverick en vizologi.

vizologi.com

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