La tragedia de Mozart en la carrera por el talento

Mozart murió joven, arruinado y muy probablemente envenenado. Sí, no se trata del estribillo de una canción, hablamos sobre la realidad del mayor talento musical en la historia de todos los tiempos.

José II, el emperador austriaco que gobernaba en aquella época, lo tachó de irreverente y revolucionario. Tras finalizar la primera ópera encargada, El rapto en el serrallo, el gobernador le dijo:

«Demasiado hermosa esta ópera para nuestros oídos y demasiadas notas en ellas, mi querido Mozart».

El compositor respondió: «Majestad, tiene justamente las notas que hacían falta».

La segunda oportunidad que le ofrecieron se basaba en dar clases de piano a la sobrina del monarca. De nuevo fue rechazado parece ser que por sus modales poco ortodoxos y políticamente incorrectos. Mozart nunca llegó entender que le valorasen más por las interpretaciones políticas que hacían sobre sus ideas que por su talento en sí, y a parte entendió que no era un encargo que estuviese a su altura.

Se especula que Salieri, el compositor de cámara de la corte y el fan número uno de Wolfgang Amadeus pudo acompañar en sus últimas horas al músico. Es más el rumor apunta a que él mismo pudo envenenarlo. Incapaz de asumir tal belleza y pureza musical, el italiano acabó sus últimos días en un manicomio atrapado y obsesionado con el genio.

El talento hoy y más que nunca está muy de moda, aupado con la revolución digital y el movimiento de Silicon Valley. En cualquier artículo, video o contenido de coaching, vemos cada día mensajes que abocan a una crisis en las que los consultores de recursos humanos corren desesperados en busca del tesoro perdido.

El talento ha estado, está y estará ahí siempre. Todos y cada uno de nosotros disponemos de al menos un talento oculto. La gestión del talento es lo que siempre ha estado en crisis. Por norma general no se entiende y todavía no sabemos cómo aplicarlo de la manera más sabia.

Todo empieza por uno mismo, por tu autodescubrimiento. Es un ejercicio continuo de I+D+i. Lo puedes descubrir como Mozart a los 4 años o como José Saramago a los 60: el talento no entiende ni de edades, ni de reglas preconcebidas, no se basa en «suerte», ni en tener buenos contactos, ni en política, ni en relaciones, ni en hacerte rico, ni en jefes, ni en el cambio climático, ni en salarios, ni en tu prima de Cuenca; es una fuerza natural que se abarca en varias dimensiones que empieza por la personal y acaba en el reconocimiento social.

Para la investigación tendemos a pensar en la búsqueda de nuestras pasiones: la pasión no deja de ser como un unicornio entre la naturaleza, siempre has oído que existe pero puedes pasar la vida entera buscándolo sin éxito. Cuando en realidad debemos enfocarnos en nuestras fortalezas, en aquellos dones naturales que tenemos. Si todavía no los conoces puedes usar herramientas como el best seller Strenghts Finder 2.0 para descubrirte.

Cuando encuentres aquello para lo que realmente eres bueno, pasarás a la fase de desarrollo y sin darte cuenta se convertirá en tu pasión. Ese es el camino.

Una vez que conoces tus puntos fuertes, debes plantear un plan de acción por cada una de tus fortalezas: puede ser la creación de un blog, rescatar la Polaroid del trastero o comprar cuatro cajas de palillos. ACTÚA.

Sembrados los puentes de actuación, te llevarán hacia la innovación y la implantación. En esta fase socializas, compartes y buscas la tribu en la que puedas amplificar tu talento, aquí lo importante es evitar a José II y Salieri, en pro a aquellos que demuestren la suficiente grandeza como para descubrir tu talento y ayudarte a amplificarlo.

No es trivial esta fase, piensa en que podría haber hecho Mozart si hubiera vivido 80 años y si en la primera decisión sobre su talento no le hubieran juzgado como un provocador «porque su ópera tenía muchas notas». Aquel acto lo relegó a desarrollar su obra malviviendo entre teatros de segunda y apurado para poder pagar un alquiler; y aun así nos dejó la mejor obra musical de la historia.

El problema se agrava cuando vemos que en los estudios de trabajo globales sólo un 13% de la población trabajadora mundial reconoce que su trabajo y su pasión forman parte de una simbiosis perfecta.

Aquí es de donde está el verdadero drama. Me niego a pensar que vivimos en una sociedad global en el que un 87 % de la población no tiene talento. Eso no es cierto, pienso que el 100 % de la población dispone de al menos un talento. El gran problema está en cómo estamos gestionando y desperdiciando este talento, tanto a nivel individual como colectivo.

¿Cómo activamos las palancas para el descubrimiento, el desarrollo y la implantación? Alineando los propósitos y pasiones personales con los objetivos empresariales y comunales. No puede haber un objetivo más noble que potenciar tus fortalezas, desarrollar tus talentos, alcanzar la realización, sin perder la motivación y enriqueciendo la productividad colectiva.

En el siglo de la creatividad, necesitamos descubrir a muchos Mozarts. Disponemos y dispondremos de herramientas tecnológicas que nos facilitarán esa unión perfecta. Los modelos de plataforma basados en agregación, socialización, mobilización y aprendizaje facilitarán la creación de ecosistemas en los que confluyan el mapeo de talentos con las necesidades sociales, políticas y económicas reales.

Ojalá dentro de veinte años escribamos este artículo invirtiendo la tendencia, en el que el 87 % de la población desarrolla su talento de manera plena en contra del 13 % que no tuvo la oportunidad o no supo como hacerlo.

Pedro Trillo, Maverick en vizologi.

vizologi.com

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